domingo, 3 de febrero de 2013

De pequeña aprendí que ante un problema sólo puedes hacer dos cosas: hacerle frente, encararte a él, mirarle fijamente a los ojos y luchar o huir, poner tierra de por medio y alejarte para siempre. Pero a veces, el problema, escapa a tu control, y te arrolla como un Tsunami. No puedes hacerle frente ni tampoco huir y al final, sólo te queda una opción: esperar a que la ola pase y cruzar los dedos para que  no te lleve por delante.

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