jueves, 15 de mayo de 2014

Cuando somos más jóvenes somos presionados por un sistema muy absurdo: "estudia una carrera, termínala, busca un trabajo, ahorra dinero para un coche, ahorra para una casa, cásate trabaja, trabaja, trabaja hasta morir sin saber que viviste". ¿Qué hay de viajar?, ¿de conocer mundo?, ¿de aquellos sueños de ganarse la vida haciendo lo que uno ama? La juventud necesita estar educada, pero no se puede confundir una carrera con una vida, quien lo hace así termina por tener un corazón conformista e infeliz. Tenemos que invertir el tiempo en nosotros mismos para conocernos, para descubrirnos antes de que la sociedad intente ponernos una venda de miedos en nuestras ideas. Vivimos en un mundo donde se nos enseña que es más importante hacer dinero que hacernos personas. Olvidamos el corazón, lo maravilloso de nuestra mente, la capacidad de asombrarnos. Es triste vivir así, pero es más triste saberlo y continuar engañándonos.
 



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