No asumas ni supongas nada que no hayas comprobado. Si tienes cualquier duda (por muy pequeña que sea) aclárala. Si sospechas algo, pregunta. Hacer suposiciones te lleva a inventar historias increíbles que sólo envenenan tu alma y que, con frecuencia, no tienen ningún fundamento. Cuando creemos algo, suponemos que tenemos la razón hasta el punto de llegar a destruir nuestras relaciones por defender nuestra posición. Suponemos que todo el mundo ve la vida del mismo modo que nosotros. Suponemos que los demás piensan, sienten, juzgan y maltratan como nosotros hacemos. El día que dejes de hacer suposiciones, te comunicarás con claridad, libre de veneno emocional.
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