El otro día, volviendo en tren de visitar a una amiga y sin Internet en en el móvil, me puse a pensar y a analizar mis días. Es gracioso la de ideas que se te pasan por la cabeza cuando estás aburrida y así es como nació esta: "Nos pasamos la vida esperando. Esperando a que suene el despertador, esperando a que se nos abran los ojos, esperando a que salga el agua caliente, esperando a que nos haga efecto el suavizante. Seguimos esperando a que el pelo se nos seque, a que el enjuague bucal elimine las bacterias, a que se nos sequen las uñas o simplemente a que se abra la puerta automática para salir de casa. Cuando empezamos el día, seguimos esperando. Esperamos a que nos llegue el correo, a que nos respondan a ese menaje, a que el profesor llegue, a que la clase se acabe, a que se prepare la comida o a que incluso se enfríe para poder comernosla. Después esperamos a que sea una hora determinada para empezar a estudiar o para salir a correr. Al acabar el día, cuando pensamos que tenemos la mente en blanco y que no estamos esperando a nada, seguimos esperando. Esperamos a que nuestro programa favorito empiece o a que se acaben los anuncios y después, esperamos a que se acabe para poder irnos a dormir y empezar un nuevo día. Un nuevo día lleno de esperas, lleno de momentos quietos, momentos en los que no estamos haciendo nada más que esperar. ¿Alguna vez te has dado cuenta de la cantidad de minutos, horas o incluso días que has desperdiciado esperando? ¿Mi consejo? Deja de esperar. Deja de ver el tiempo pasar y no aprovecharlo. Se nos echa encima. Un día te levantas por la mañana y tu mayor deseo es que el Ratoncito Perez te haya dejado dinero debajo de la almohada y al día siguiente estás pensando en ese examen tan importante para acabar la carrera o en atender a tus hijos porque están llorando. No sé. Siento que los días pasan y muchos de ellos sin más, sin un sentido, sin un algo que los haga especiales y memorables y eso no debería de ser así. Nos convencemos de que nuestra vida será eterna, de que duraremos por los siglos de los siglos, pero lo que no tenemos en cuenta es que todo tiene fecha de caducidad. Que igual que hoy estás feliz y sano, mañana tu familia y tus amigos pueden estar llorando tu muerte. Con esto no pretendo dar miedo ni mucho menos crear tristeza, lo que pretendo es que la gente se dé cuenta de que sólo tenemos una vida, una sola para poder vivir todas aquellas cosas que quieres conocer, descubrir o sentir y que debemos aprovechar cada segundo de nuestro día para hacerlas posible"
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